A Santiago le falta una pierna pero le sobró una muleta para prestársela a su amigo y así los dos poder mirar de más cerca la despedida del último gran ídolo de Racing el sábado a la tardecita.
Ayer adentro de una cancha de fútbol murió un jugador después de protagonizar una jugada, de las que se repiten cada vez que hay un partido. Los médicos adelantaron que a Micael, el muchacho que vestía la camiseta de San Jorge de Villa Elisa, le falló el corazón.
El mismo día que Santiago le convidó la muleta a su amigo en el Cilindro de Avellaneda, en Paraná se conoció que otro veterano perdió la vida jugado a la pelota.
El jueves, en un bar de San Telmo, apuñalaron a Eduardo Cicchino por ser Bostero. El padre dijo que “es un toro” peleando por su vida y mañana lo operarán para intentar salvarlo.
Nadie sabe muy bien qué es el fútbol realmente. Si la piba que lloraba en la popular del Nuevo Monumental de Rafaela porque su Argentinos Juniors descendía o la prepotencia de Caruso Lombardi que increpaba a un jugador de Olimpo en vez de festejar que se quedaba en Primera.
En Argentina el fútbol es Messi que mañana llegará para entrenar con la selección después de terminar una temporada más en Barcelona, club con el que ganó la liga de España y la Copa del Rey.
Pero también es la barra de Independiente que hoy a la mañana entró al estadio y pisó la cancha con el cajón de uno de sus líderes muerto en un accidente de tránsito el sábado.
En el mismo momento en que Marcelo Tinelli gana lugar en la AFA y Daniel Angelici, el presidente de Boca Juniors, maneja la justicia para favorecer la gestión de Mauricio Macri, los colores siguen generando pasiones inexplicable.
Mientras la muerte mata al deporte que más amor despierta en los argentinos, Santiago y su amigo le dan vida a una pasión envenenada.
Santiago y su amigo le dan vida a una pasión envenenada.
Juan Manuel Kunzi/ De la Redacción de UNO
23 de mayo 2016 · 18:17hs