Sebastián Gálligo/ De la Redacción de UNO
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Ana Gallay nació el 16 de enero de 1986 en Nogoyá. Jugó al fútbol, al básquet, hizo natación. Siempre amó todos los deportes. En su ciudad pensaban que era atleta porque salía con una remera con los loguitos de los comercios a correr 12 kilómetros por día. En 2000 vendía pastelitos para viajar a Brasilera a jugar al vóley y la peleó desde el primer día. Conoció el beach volley, el deporte que la lanzó a la fama, luego de hacer un curso de árbitro donde, según contó, fue a “hinchar las pelotas”. Estudió el profesorado de Educación Física en Gualeguay, donde pasó buena parte de su juventud y siempre lo recuerda como uno de sus mejores momentos. En 2011, con el Enard, comenzó a jugar de manera más profesional y en 2012 llegó a los Juegos Olímpicos de Londres. Compartió la Villa Olímpica con los mejores del planeta y se sacó fotos con Manu Ginóbili y Del Potro. Su paso por la capital inglesa fue un verdadero sueño, una experiencia única que la vivió casi como una invitada. Sin embargo el roce con los mejores fue un impulso para ir por más. Novelera y de escuchar música romántica en los viajes, la gurisa recorrió todos los rincones del mundo disputando los Open. Sencilla y auténtica fuera de la cancha e hiperactiva y agresiva dentro, fue ganando partidos importantes junto a su otra mitad: la santafesina Georgina Klug. Y así pasaron por la casa de las grandes potencias y se ganaron un respeto.
El año pasado conquistaron uno de sus mejores logros y ante la vista de todos. Como si fuera un partido de fútbol acapararon la atención de todos cuando por la pantalla chica disputaron la final de los Juegos Panamericanos de Toronto. Luego de dejar a Brasil en el camino fueron por la gloria y lo lograron. Vencieron en la final a las cubanas Lianma Flores y Leila Martínez en tres set y se alzaron con la Medalla de Oro. Gallay iba a poner a la provincia de Entre Ríos en lo más alto, la misma provincia que muchas veces la ignoró ante la falta de políticas para el deporte. Pasó Canadá y el desafío de las chicas era Río de Janeiro. Y tenían dos posibilidades. Por Tour Internacional o por Continental Cup. Mientras tanto daban otro salto de calidad. En setiembre lograron la Medalla de Plata en el Open de Xiamen, China. Histórico. Como si un entrerriano hubiese jugado la final de un Grand Slam de tenis. Alegría tras alegría, Anita quería pegar otro golpe. Y remató con todo. Ayer sumó los puntos necesarios para entrar a Brasil por la puerta grande.
La profe que se iba en moto a Hernández y a Crucesitas Octava y hacía 1.000 kilómetros por semana para dar clases entró a los Juegos Olímpicos entre las 16 mejores. Ahora va por más.
La guerrera de Nogoyá se va a Río de Janeiro
11 de junio 2016 · 08:52hs