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Emocionado, como no podía ser de otra manera. Iván Delfino tuvo su propia hinchada. El Pueblo Rojinegro no entonó en ningún momento de la temporada el “que de la mano, de Iván Delfino, todos la vuelta vamos a dar”. Sin embargo, el entrenador sunchalense fue uno de los más valorados cuando el viejo anhelo del elenco de barrio Villa Sarmiento era realidad.
El Gigante, como lo bautizó el presidente de Patronato, José Gómez, fue el primero en salir del vestuario a la zona mixta. Se abrazó con Gustavo, su hermano, quien portaba una camiseta Rojinegra que el conductor santo lució en 1989 en su etapa como jugador en el viejo Torneo del Interior. Luego dio sus primeras declaraciones.
“Ascendimos por el grupo, por los jugadores que tiene este plantel, porque los jugadores no se entregaron nunca. Creo que fuimos superiores que Santamarina en los dos partidos. Fuimos a los penales donde ya cuenta un poco más la fortuna. Es merecido para este grupo de jugadores que hoy me hicieron recibir como técnico. Por eso tengo palabras de agradecimiento para ellos nada más”, subrayó.
El santafesino se transformó en un entrenador de Primera División. Cumplió uno de sus máximos sueños. “Ahora tenemos que descansar. Tomarnos una semana para pensar bien las cosas. Darle el tiempo que este año no le pude dar a la familia. Están todos acá, apoyando. También tengo que agradecer eso. Esto fue una apuesta de la dirigencia que no sabía como trabajaba yo y que llevaba un tiempo sin laburar. Pudimos armar un grupo tremendo. Nos levantamos de todos los reveses que tuvimos y lo pudimos coronar”, agradeció.
Delfino tomó una bomba muy caliente cuando asumió. Patronato venía de una de las mayores frustraciones que sufrió durante su centenaria historia. Asumió el desafío. Consiguió enamorar al hincha que, rápidamente se identificó con el equipo. Fue protagonista durante todo el torneo. Consiguió el objetivo trazado a inicios de temporada. “Son apuestas y salió bien. Muchos jugadores se quedaron a pelearla y tuvieron su revancha”, indicó. No solo por lo que demostró en las dos finales que disputó Patronato ante Ramón Santamarina, sino por todo lo exhibido a lo largo del 2015, el elenco paranaense es un justo ganador de uno de los ascensos que la temporada brindaba. “Nos costó hasta los último, pero fuimos uno de los equipos más regulares. Atlético Tucumán nos ganó en buena ley. Nosotros caímos en la segunda rueda. La verdad que esto es algo que no puedo describirlo. Es impresionante”, calificó.
Sonó raro escuchar a Delfino cuando mencionó que el equipo sufrió una merma en la segunda rueda en una campaña en la que sumó 82 puntos. “Hicimos 41 unidades en cada rueda, pero el fútbol tiene esas cosas. Dos más dos no da cuatro. Esto es todo mérito de la banda que tengo adentro festejando. Terminamos bien el año y es importantísimo. Podemos pasar las fiestas tranquilos”, aseveró.
Delfino remarcó que una de las grandes claves que tuvo el elenco que inscribió su nombre en Primera División fue la mentalidad ganadora. “En los momentos donde las cosas no nos salían, el grupo nunca se entregó. Estaba convencido y comprometido. También ayudo mucho el optimismo de toda la ciudad y de la provincia para que podamos revertir esto”.
La consagración llegó en los penales. “Estaba a dos mil pulsaciones”, confesó. “Sabíamos que teníamos que meter todas. El Seba (por Bértoli) iba a ser su trabajo, y lo hizo”, concluyó.
El desahogo del Chamaco
Minetti se transformó en un indiscutido en el 11 inicial. Foto UNO/Diego Arias