Carlos Damonte / Jefe de la Redacción de UNO
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Los relatos que llegaban desde las radios y tevé porteñas sobre las circunstancias de la detención de José López con casi 9 millones de dólares, joyas y hasta un arma larga parecían sacadas de un viejo filme de propaganda del proceso militar; aquellos que protagonizaban astros del cine adictos a la dictadura. Vean si no: si en vez de López uno se lo imagina al Negro Olmedo descargando bolsos llenos de plata a un lado del alambrado; a Porcel como el policía que lo detiene y las dos vedettes en el rol de las monjas que vivían en el monasterio tiene la trama perfecta para castigar con humor y virulencia al gobierno K. Y si la puesta en escena es musicalizada por el más popular cantor del entonces, Palito Ortega, es posible coronar una trama perfecta.
Lástima que todo sucedió de verdad y en plena democracia. Que el exfuncionario andaba solo como loco malo, de madrugada, al mando de una vieja Meriva modelo 2005 buscando dónde esconder una fortuna que a todas luces le quemaba en su poder integran un mosaico de verdades reveladas y hasta ahora irrefutables. Es decir, la realidad superó a la imaginación del mejor guionista contratado para propagandear contra el gobierno anterior.
Gracias a las andanzas de López la línea de pensamiento político ahora será en dirección única y es mejor acostumbrarse. Es que el otrora responsable de la concreción de planes de viviendas cayó como el más vulgar de los ladrones y lo atraparon con las manos en la masa. ¿Qué podrá decir López para zafar de su compleja situación? El único camino que aparece como viable es que desembuche de una vez. Porque su muerte repentina no será más que una burda puesta en escena, más ridícula que las protagonizadas por los artistas preferidos del dictador Videla.
Ni Susana, Moria Porcel, Olmedo y Palito lo habrían hecho mejor
15 de junio 2016 · 07:00hs