Pablo Felizia
Paola Yudith Martínez es joven y desde hace casi una década atiende el kiosco de diarios y revistas pegado al supermercado de calle Pirán. Su papá vendió crónicas, noticias y entrevistas durante 25 años hasta que se jubiló y esta paranaense tomó la posta; Joaquín Martínez falleció hace un lustro. Preocupada por el avance de la primicia por Internet, habló del oficio que le dio la posibilidad de dar pelea.
Cada 7 de noviembre se festeja del Día del Canillita. Esta celebración tiene su origen en 1947 y fue en memoria del dramaturgo y periodista uruguayo Florencio Sánchez, autor de la obra teatral Canillita, cuyo personaje era un chico que voceaba diarios por la calle. Dicen los historiadores y lo confirma la enciclopedia virtual, que a finales del siglo XIX, se escuchó por primer vez vocear La República, periódico que inició esta tradición que cambió la manera de vender noticias. Otros medios de entonces copiaron la forma, que con similitudes se mantiene hasta hoy.
Hace cuatro meses que Paola Martínez es portera en la Escuela Normal para la Universidad Autónoma de Entre Ríos (Uader) y así sumó un trabajo más que le permite llegar a fin de mes. Antes de volverse canillita desarrolló su labor en el supermercado que por las tardes tiene a su espalda. La mujer sostienen que Internet le bajó muchísimo las ventas a este negocio de noticias, crónicas, fotos y entrevistas que se venden en papel. "La gente que es habitué a leer el diario se está muriendo. Es gente vieja. ¿Quién tiene tiempo de leer un diario? Lo que hago es incentivarlos con la venta de algún libro, algo así. Internet perjudicó y no hay hábitos de lectura", dijo con acento en la educación, un poco de escepticismo y agregó: "Ahora los sientan a los chicos en la computadora y de ahí sacan toda la información que necesitan en el colegio". Pero eso no la desanima y cada día sale con su moto a recorrer la capital provincial para llegar a esos clientes de siempre y también a aquellos que de manera ocasional se encuentran con un título atractivo.
Contó a UNO que los días de semana vende un cuarto del total que logra los domingos y los sábados es un intermedio; a pesar de todo sostuvo que no es poco. Paola Martínez, además, es jugadora en el equipo Catsa de mamis hockey y se acomodó para poder participar de los partidos y no dejar de repartir diarios.
Dijo que vive al día y con el trabajo en la Uader tiene expectativas de poder darse algunos gustos más. "Me levanto a las 5, reparto en moto con lluvia, calor, tormenta o lo que fuere. Hay que llegar de lunes a lunes. De ahí me voy a la escuela, salgo a la 13, busco otros diarios y me voy a mi casa. A las 16.30 vengo al kiosco y me quedo hasta las 20", dijo, y contó que los domingos se levanta más temprano porque el reparto es mayor y a las 8 ya está al costado del supermercado donde trabaja en el puesto hasta las 14.
Por la mañana, los días de semana, trabaja un muchacho y aclaró que es difícil encontrar a alguien que en la actualidad quiera repartir noticias de madrugada.
"Me cuesta dejar la venta de diarios por la historia que tiene el kiosco con mi viejo y después porque me encuentro con espacios que no sé cómo llenar. Por ejemplo, los feriados que no trabajo, a las 7 ya estoy despierta y no sé qué hacer", agregó.
Paola Martínez, como otros cientos, sale cada madrugada con su pila de diarios para parar la olla con las noticias que se venden en papel; un oficio que no mide tormentas, fríos ni calores de verano.