Ya a los 5 años había alcanzado los 40 kilos, 20 más de lo habitual en un niño de su edad, y desde muy chico transita los consultorios de pediatras, nutricionistas, endocrinólogos. En apariencia, no hay una causa hormonal para su sobrepeso y siempre le indicaron dietas estrictas y actividad física. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos del pequeño y de su familia, los resultados nunca fueron los esperados. “Las dietas le hacen efecto rebote. Hasta la nutricionista se sorprende porque una semana logra bajar un kilo y la siguiente aumenta dos”, se lamentó Adriana, quien como última instancia escribió a la clínica de un reconocido médico especialista en obesidad en Buenos Aires contando su caso y sorpresivamente la llamaron para otorgarle un turno y evaluar la posibilidad de colocarle un cinturón gástrico para revertir la situación y lograr que Jeremías por fin pueda tener una mejor calidad de vida.
La consulta será el 1 de junio y la mujer compartió sus expectativas: “Tengo muchos miedos, pero también estoy muy esperanzada en lograr que Jere pueda mejorar y baje de peso. No esperaba que me llamaran de la clínica y el día que lo hicieron me sentí la mujer más feliz del mundo, porque mi hijo sufre con esta situación, se angustia cuando las dietas no funcionan. Tampoco consigue bajar de peso haciendo actividad física, ya ha practicado fútbol, baile, rugby y otras disciplinas”, contó.
Toda la familia está comprometida y dispuesta a ayudarlo. “Si queremos que esté bien, tenemos que acompañarlo hasta en lo más mínimo y en casa hacemos dieta todos”, dijo en referencia a sus otros hijos, Carola, Ignacio y Delfina.
Por otra parte, recordó que hay médicos que minimizan la situación, a pesar de que la obesidad es considerada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la quinta enfermedad con mayor riesgo de muerte en el mundo. “Algunos médicos que lo han visto me dicen que no es nada, que es chico, que hay que dejarlo comer y que haga más actividad. Para un niño es muy complicado todo esto, se pone triste, se angustia, se desmotiva y no se siente bien”, afirmó.
La primera consulta en la clínica de Buenos Aires costará 650 pesos. Adriana siempre solventó los costos del tratamiento de su hijo realizando trabajos de costura y haciendo tortas y panificados para vender. A Jeremías lo atienden los profesionales del centro de salud del barrio en que vive, en la vecinal Orlando Sacchetti, y la Obra Social del Personal de la Construcción (Ospecon) le cubre los estudios y análisis clínicos. Ahora la familia confía en que, en caso de aprobarse el procedimiento para colocarle un cinturón gástrico, desde Ospecon se hagan cargo del tratamiento. “A la primera consulta la tengo que pagar y después voy a saber si la clínica trabaja con la obra social. Sino tendré que ponerme a juntar plata para costear la intervención como sea, porque si el médico que lo examine determina que ya está listo para operarlo, lo vamos a hacer. La idea es darle una mejor calidad de vida”, concluyó.
Una posibilidad cuando fracasan las dietas
El cinturón gástrico es uno de los tratamientos para la obesidad que se realiza quirúrgicamente. Consiste en la colocación de una banda de silicona alrededor del estómago para reducir su tamaño, que se ajusta a través de un dispositivo que se encuentra debajo de la piel, lo que permite al médico regularla según las necesidades de cada paciente. Al quedar el estómago más pequeño, la persona se satisface con menos comida y esto le permite bajar de peso más rápidamente, explican en el sitio www.sanar.org.
A diferencia del bypass gástrico, es menos invasivo y es un procedimiento reversible: se puede retirar y el estómago volverá a su tamaño normal. Además se puede utilizar por tiempo indefinido. Se indica para pacientes que ya han probado los tratamientos convencionales para bajar de peso, como dietas, ejercicio físico, entre otros, y no lo han logrado. De acuerdo a lo que pudo averiguar Adriana Peralta, la mamá del nene que a sus 11 años pesa 95 kilos, en Paraná solo realizan esta tratamiento a personas mayores de 18 años. Sin embargo, hay experiencias exitosas en otros lugares de niños a quienes se les colocó un cinturón gástrico y lograron una mejor calidad de vida.
Según la OMS, la obesidad infantil es uno de los problemas mundiales de salud pública más graves del siglo XXI. Afecta progresivamente a muchos países de bajos y medianos ingresos, sobre todo en el medio urbano. Su prevalencia aumenta a un ritmo alarmante. Los niños obesos y con sobrepeso tienden a seguir siendo obesos en la edad adulta y tienen más probabilidades de padecer a edades más tempranas enfermedades no transmisibles como la diabetes y afecciones cardiovasculares, explican desde el organismo.
Planifican un festival solidario
Para ayudar a Jeremías y a su familia, un grupo de amigos y voluntarios están planificando un festival a beneficio. “Se llevaría a cabo en fecha a confirmar luego de que Jeremías vuelva de su primera consulta y ya tengamos idea de cuál es el camino a emprender para mejorar su calidad de vida, a fin de ayudar a esta madre de escasos recursos a que pueda cumplir su sueño de ver a Jeremías haciendo lo que los niños de su edad hacen, sin limitaciones debido a su superobesidad”, señaló Leonardo Germán Saavedra Densch en su muro de Facebook. Para eso, convocan a músicos, grupos o solistas, conductores del evento y voluntarios que se quieran sumar. Para más información, mandar mensaje privado a Leonardo, o llamar a los teléfonos 0343-4077525 o 0343-155341111.
Esperanza. Adriana busca mejorar la calidad de vida de su hijo.