Por estos días, mirar las aguas del río desde la ruta que une Rosario y Victoria ayuda a comprender el porqué de considerarlo, como hicieron los guaraníes, “pariente del mar”, al llamarlo Paraná.
Desde el pavimento, se ve mucho más agua azul y marrón que la verde vegetación habitual, apenas presente en los grandes embalsados de camalotes, en algunos espinillos, en los carrizos y en las copas de árboles que parecen no tener troncos y brotar del agua. Igual que muchos animales, que pasan horas, días, con las patas sumergidas en el agua, a expensa de las víboras, y de otros tanto o más peligrosos: los hombres que buscan de manera subrepticia arrancarlos del lugar y faenarlos ilegalmente.
Agua que no para de llegar del norte y que se gana en bajos donde antes hubo llanos y pastizales aptos tanto para una rica vida silvestre, como también para el pastoreo de ganado vacuno y caballar. Aunque a primera vista, y salvo en aquellas tierras algo más altas, ya casi no quedan vacas en las islas frente a Rosario y Granadero Baigorria. Algunas barcazas transportadoras de ganado permanecen varadas en los canales esperando volver a sus funciones cuando la actividad se normalice
Recorrida
El diario La Capital de Rosario recorrió parcialmente la zona. Ajenas al peligro de la crecida, tordos, horneros, cachilos, patos, biguás y diversas variedades de garzas hacen su vida y, de tanto en tanto, algún carpincho, nutria o lobito de río deja su estela en el agua en su pasar de algún embalsado a los escasos pedazos de tierra que se asoman en el paisaje.
Pero el peligro está en lo que no se ve. Instintivamente el ganado busca las tierras más altas al llegar la creciente pero en muchas ocasiones permanece durante largos días semisumergido en el agua, donde es atacado por víboras de todo tipo. La agonía del animal es breve y breve también el lapso en el que los peces y aves carroñeras se hacen de abundante comida.
Al costado de camino
Aproximadamente a 10 kilómetros de la costa rosarina, un brete usado para cargar el ganado en los camiones, instalado en cercanías de una de las rotondas de retorno del complejo vial, aparece semisumergido, como abandonado.
Al costado del carril hacia Victoria, un grupo de peones rurales controla una pequeña tropa de vacunos y caballos a los que les llega un camión con alimento enviado por el propietario de esos campos desde Coronel Domínguez. “Cuando pasa esto, la cría es a corral. Venimos cada 15 días y traemos alimento para complementar la ración de que disponen las vaquillonas y vacas de cría. La gente no lo sabe, pero estos animales no pasan hambre; tienen hierba, carrizo y el camalote, que les gusta mucho porque es más dulce. El problema de la muerte de animales es por la víbora”, señalan los camioneros, que parten apresuradamente rumbo a Rosario.
Cuatrerismo
Sin embargo, hay quien considera que el ganado en estos últimos meses no corre tanto riesgo por la crecida sino por el abigeato. Enzo Vignale, un rosarino con experiencia en la cría de vacunos en el ambiente de la islas, indica que desde que empezó a venir el agua, las víboras le mataron un animal. Y señala los restos del ejemplar entre la vegetación vecina a la ruta. “Pero el abigeato me hizo desaparecer cinco”, expresa con resignación.
El productor señala que una posible solución para proteger al ganado contra las crecidas debería contar con el apoyo de, en este caso, el gobierno entrerriano, dada su jurisdicción sobre las islas. “Habría que hacer un refulado (relleno) para elevar el nivel de la tierra y hacer un feed-lot al que el ganado podría acceder o ser trasladado.
Habitualmente, esto que es una gran crecida puede extender sus consecuencias a tres o cuatro meses, pero hasta ahora nada supera los 6,64 alcanzados en 1986.
Así y todo, la mayoría de los ganaderos ya lograron poner a salvo sus animales del agua que avanza y arrastra todo lo que encuentra a su paso. Pero hay quienes todavía pelean contra los peligros que acarrea dejar el ganado a expensas de la crecida.
El Paraná sigue estacionario
El río Paraná en su tramo sobre territorio entrerriano se mantiene estables, con registros de alturas similares a los últimos 10 días.
En el Puerto Nuevo de Paraná midió ayer 5,96 metros, aún por encima del nivel de evacuación (5 metros) y unos 25 centímetros por debajo de pico de los primeros días de enero.
En Victoria, el registro ayer fue de 6,28 metros, por encima de los 4,90 metros del nivel de evacuación. De acuerdo con las estimaciones del Instituto Nacional del Agua (INA), estos valores se mantendrán al menos durante la próxima semana, por la escasa probabilidad de precipitaciones importantes del Paraná en territorio argentino.
De todos modos, debido al incremento de los caudales en los cursos superiores del río (Brasil) y de algunos de sus principales afluentes, acompañado por una posible intensificación de El Niño, se espera que desde mediados de febrero y a fines de mes se produzcan nuevos picos de crecida en el río Paraná. Mientras tanto, el río Uruguay continúa con su tendencia decreciente en su tramo por territorio entrerriano.
En las islas de Victoria, el ganado sufre por agua, víboras y abigeato
Con la crecida del río Paraná, los animales pasan horas y días con las patas en el río y a la vera de la conexión vial con Rosario
30 de enero 2016 · 06:15hs