El problema es que hace un tiempo se llenó de basura que está esparcida sobre el espacio verde.
Entre la alfombra de papeles y plásticos, hombres, mujeres y niños esperan que llegue el cole.
A nadie parece molestarle la situación o por lo menos todavía no realizaron ningún tipo de presentación.
Quizás tenga que ver con que ya están cansados de reclamar que, en principio, cumplan con los horarios. Después viene el malestar porque seguro que el viaje será en un coche repleto de pasajeros, todos apretados y malhumorados.
A esta altura pedir que limpien la parada ya pasó a ser un detalle.
En este caso el contraste es grande porque a 40 metros de la parada de colectivos está el nuevo casino que construyeron en lo que era el salón de fiestas del viejo Jockey Club. Como el edificio siempre fue lindo, lo pintaron de un blanco limpio, tentador, y lo llenaron de luces rojas, cálidas. Como una casa de apuestas modernas para el hipódromo que ya no existe.
El frente del casino es exactamente la cara opuesta de la parada de colectivos y están separados por un poco más de 10 metros de diferencia.