Ayelén Morales/De la Redacción de UNO
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La propaganda política te eleva o te hunde
Se avecina un año electoral y con él, la lluvia de propagandas políticas invade todos los medios. Las calles se colman de afiches gigantográficos.
Las agencias de publicidad analizan y apuestan. Unas con recursos ya aprobados, que dan resultados, y otras con algún dejo de imaginación o recurso retórico, a riesgo. Reuniones previas entre asesores y agencias promueven el devenir de un conjunto de matices que darán forma a las estrategias comunicacionales en tiempos de campaña. Comienza la batalla.
Las imágenes más vistas por estos días son las de “hombres buenos”, bien peinados y conmovidos con niños de sectores vulnerables . Devolverles la sonrisa es su meta más próxima. Un jingle pegadizo con su apellido hace rima. Risas y gestos de cariño. Toda la comunidad sabe que luego de terminada la filmación ni siquiera recordarán sus nombres o sus necesidades. Por otro lado tenemos a otro tipo de campaña, la que ofrece “amiguismo”, “identificación” y “compañerismo” del candidato para con la comunidad, según su territorio. Se mimetizan con sus costumbres y su manera de hablar. El uso de este recurso metonímico se encuentra en el límite de la burla y el respeto. Pero las que más estamos acostumbrados a ver como espectadores y futuros votantes son los spots donde los candidatos se ofrecen como economistas, jueces, estadistas, diplomáticos, profesan todas la religiones y abarcan a todos los estratos sociales. Unos salvadores del nombrado “caos” actual y prometedores de un futuro soñado.
En fin. Seguimos viendo, cada cuatro años, las mismas películas, pero con diferentes actores. En la era de las redes sociales, donde cada usuario es libre de comentar, discutir y hasta proponer cambios, no se trata de seguir reflotando las misma ideas que venimos usando campaña tras campaña.
Los políticos saben que tienen que recurrir a creativos para ganar la carrera y obtener así el mayor número de simpatizantes que les darán sus votos en las próximas elecciones. Pero lo que no saben es que el más mínimo error en cuanto a la elección de su estrategia de campaña, puede ser fatal. La propaganda política, más allá de comunicar, persuadir e influir en la comunidad, nos devela a cada candidato, fuera de su partido político. Una mala campaña los dejará expuestos ante toda la sociedad, dejándolos fuera de su meta política. Hoy y siempre: la propaganda política te hunde o te eleva.