Hace 43 años, cuando recién llegó a la capital provincial, el padre Alejandro Patterson compró un ranchito de paja en el barrio Maccarone, una de las zonas más vulnerables de Paraná, para darle de comer a quien no tuviera. Con el esfuerzo y el tesón del sacerdote oriundo de Johannesburgo (Sudáfrica) y de sus colaboradores, la obra creció y se transformó en escuela. Al principio fue solo Primaria, y en 2008 comenzó a dictarse el nivel Medio, donde empezaron alrededor de 30 chicos el primer año, pero con el correr del tiempo fueron abandonando.
Brian Fernández fue el único que terminó los siete años de cursado. El acto de colación fue el jueves, donde recibió su título técnico de Maestro Mayor de Obras y se transformó así en el primer egresado la escuela privada Nº 49 María Reina Inmaculada.
Su papá es albañil, al igual que sus dos hermanos, y su mamá y su hermana trabajan en el hospital San Martín. El joven de 18 años contó a UNO que fue a la institución desde nivel Inicial y que es también el primer integrante de su familia que terminó la Secundaria. “Vivo enfrente. Al principio no caía en la cuenta de que soy el primer egresado, y la verdad es que estoy muy contento. Me dieron algunos premios el jueves. Aunque era un poco raro a veces ser el único alumno del curso, quería llegar y demostrarle a mi viejo que yo podía ser alguien en la vida”, dijo con orgullo.
Brian trabaja a veces en la construcción, pero ahora sueña ahora con poder estudiar una carrera universitaria. “Al principio voy a laburar. Ya hice algunas prácticas, pero después quiero seguir Arquitectura”, aseguró, a la vez que afirmó que tiene una gran facilidad para hacer planos y dibujos.
Aunque le gusta estudiar, también confió que reparte el tiempo con otras actividades: en sus ratos libres juega al fútbol en Ministerio, el club que concentra las pasiones de casi todos los que viven en la zona, y escucha cumbia. “No salgo mucho, pero cuando puedo voy a bailar y a divertirme”, comentó.
El joven es un ejemplo de constancia y con su testimonio da cuenta de que se puede salir adelante, superarse en la vida y generar condiciones para un futuro promisorio, aún en un contexto que suele ser adverso. “Hay veces que se escuchan comentarios del Maccarone y por ahí cuando la gente nos pregunta de qué barrio somos, hacen una pausa y nos miran con otra cara”, sostuvo, en referencia a los prejuicios que existen en torno al vecindario que por lo general trasciende en las noticias policiales, pero donde viven muchas personas buenas que trabajan y dan pelea a diario al destino para forjarse un porvenir más digno.
Por último, dijo emocionado: “Me gustaría agradecer al padre Alejandro Patterson, porque sin él y los docentes esto no sería posible. Ellos pusieron todo su esfuerzo para conseguir que la Secundaria crezca año tras año, hasta llegar a tener hoy en día el primer egresado. Hoy me tocó a mí ser protagonista, pero sé que mañana les va a tocar a mis compañeros de otros cursos, a los que les agradezco su compañía en estos últimos años; quiero que sepan que cuando les toque a ellos, voy a estar presente para festejar. Deseo lo mejor para la escuela y espero algún día poder hacer mi aporte para que esta obra se siga acrecentando”.
En tanto, el rector del establecimiento, Miguel Villagra, destacó: “Estamos trabajando en la matrícula. Tenemos el primer egresado, que empezó acá desde el Jardín y transitó toda su escolaridad en la escuela. Esperamos que haya más alumnos que se reciban para que tengan un provenir digno, y los docentes nos comprometemos con esta meta”.
Los resultados de un sólido compromiso
Para el padre Alejandro Patterson, la educación es una herramienta que ayuda a la gente a forjarse un provenir. Sobre la posibilidad que tienen los chicos de poder estudiar, reflexionó: “Acá van descubriendo su capacidad, que es igual a la de los chicos de otras escuelas. Los profesores rescatan el talento de estos chicos, su capacidad y su inteligencia. Solo necesitan una educación adecuada”.
“Antes yo quería que los chicos salieran del barrio para obtener su educación. Ahora quiero que la gente venga de afuera, de otros barrios, para educarse acá. Queremos que la comunidad se dé cuenta de que en el Maccarone hay muchas personas buenas y que no vinculen al barrio solo con el puñado de delincuentes que, si bien están, son los menos”, afirmó el cura sudafricano de 80 años, que hace 43 vive en Paraná.
La escuela del Maccarone tiene su primer egresado
Brian Fernández se recibió de Maestro Mayor de Obra. Cumplió un sueño y ahora va por más
6 de diciembre 2015 · 17:00hs