Alfredo Hoffman / De la Redacción de UNO
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Lunes a la tarde. Cesó la tormenta. Asomó un sol tenue. Pasó la insoportable espera por los resultados oficiales del escrutinio provisorio; una espera extendida más allá de lo imaginable. Quedó atrás el frío chupado durante dos horas en el patio de una escuela, por momentos bajo el agua, avanzando un paso cada 15 minutos. Será por el peso de una noche casi sin dormir, o por el choque con lo empírico, pero la sensación del día después de las PASO es que dejaron más interrogantes que certezas.
Entre las pocas certezas: seguir votando en el siglo XXI con la modalidad del siglo XX es un despropósito. Remite a una frase célebre de un pensador anónimo: “¿Para qué la vamos a hacer fácil si la podemos complicar?” La lentitud exasperante del recuento de este domingo contrasta con la agilidad lograda en los comicios con voto electrónico.
Otra certeza: como se suponía, el Frente para la Victoria sigue siendo la fuerza con más votos en el país. Si las elecciones de anteayer hubiesen sido las generales, Daniel Scioli habría ganado por más de diez puntos de diferencia sobre el segundo, Mauricio Macri, y, con más del 38% de los votos, habría arañado la consagración de presidente electo en primera vuelta (se necesita el 40%). En la provincia el panorama es similar, con Gustavo Bordet superando a De Ángeli sin problemas: 44,33% contra 35,79% cuando iban escrutadas 98,94% de las mesas.
En el terreno de las dudas se abre un abanico de preguntas. Por ejemplo: ¿qué va a pasar en las elecciones generales con los votos del frente Cambiemos y los de la alianza Unidos Por Una Nueva Alternativa (UNA)? Es decir: ¿cómo se van a repartir los más de 750.000 electores que en las PASO votaron por Ernesto Sanz y los más de 513.000 que lo hicieron por Elisa Carrió?¿Son automáticamente votos para Macri? Y los más de 1.400.000 que eligieron a José Manuel De la Sota ¿ya están en manos de Sergio Massa? Los 8 millones y medio de votos de Scioli, ¿significan su piso o su techo? Al parecer, de cuánto crecerán el candidato del FpV y el de Cambiemos dependerá si habrá segunda vuelta. Y allí se dispararía una nueva pregunta: ¿cómo se comportará el electorado en un balotaje? Para decirlo en términos de marketing político en boga, ¿arriesgará por el “cambio” o preferirá el “desarrollo”? El desenlace, entonces, es con final abierto.
Los interrogantes también son mayúsculos en la contienda para la Intendencia de Paraná. ¿Cuánto éxito tendrá Blanca Osuna en su llamado a la unidad del peronismo estrenado ya la medianoche del domingo? ¿Cuántas posibilidades de lograr el “todos unidos triunfaremos” hay después de una campaña previa a la interna de alto voltaje? ¿Qué indica que en el justicialismo paranaense pueda haber ahora fumata blanca? En gran parte, de esto dependerán las chances de la candidata oficialista de descontar la ventaja que le propinó Sergio Varisco. También, tal vez, de afilar la estrategia de comunicación de su gestión. Lo seguro es que la puja por la Jefatura del Palacio Municipal se tornará ahora más que interesante, sobre todo para el periodismo y para el microclima de la política. Para la ciudadanía lisa y llana, lo provechoso sería que esto se traduzca en debate de ideas, propuestas y proyectos y en la oportunidad de comparar experiencias de administración de una y de otro.
Interrogantes al otro día de las PASO 2015
11 de agosto 2015 · 06:08hs