Sí, puede expresarse cada cual como quiera hacerlo respecto de Santiago Maldonado y cualquier tema de interés público. Sea un análisis criminalístico, político o histórico, una foto acompañada de un comentario ácido, o un twitt como el que fue publicado por una chica de Paraná, en tono jocoso, sobre un muchacho que fue a la fiesta del domingo disfrazado del joven desaparecido (en tanto no se confirme la identidad del cuerpo hallado en el río Chubut) con un cartel de "acá estoy". Y son tan legítimas estas expresiones como el aluvión de críticas que les sucedieron, tanto a la adolescente como al disfrazado. Por lo tanto, también puede decirse que aquellos que bromean con la desaparición de Santiago Maldonado son unos imbéciles, pichones de fascistas o descerebrados, por ejemplo. Más allá de las formas, cada una conlleva una opinión y una posición ante el tema, que no pueden censurarse.
¿Se puede joder con Santiago Maldonado?
19 de octubre 2017 · 21:52hs
Sin embargo, hubo polémica por ambos lados. Entre quienes estuvieron en desacuerdo con el twitt y el disfraz hubo planteos que atentaron contra la libertad de expresarse, y la twittera acusó recibo con un pedido de disculpas público y denunció amenazas e intromisiones a su vida privada.
Es difícil hablar de límites cuando se trata tanto de la libertad de quien se expresa como de quien le responde. Y no vamos a descubrir nada nuevo luego de un par de siglos de debates al respecto. Pero la cuestión es que ha cambiado el contexto con las redes sociales, y en algún momento deberá renovarse la discusión.
Las amenazas y la difusión de la imagen de una menor de edad están más allá de la raya, incluso en el delito; también podrían los padres y hermanos de Maldonado denunciar el daño que les causa la burla en una de las fiestas más convocantes en el país y la multiplicación de ese mensaje en Twitter. Mucho peor sería, tal vez, el silencio cuando hay un joven desaparecido como consecuencia de la represión estatal. Si no, que lo cuenten las Madres y las Abuelas.
El pibe disfrazado de Maldonado no es más que el producto, lo visible en la superficie, las consecuencias de una campaña atroz del Gobierno y medios de comunicación socios para desprestigiar las luchas por el derecho a la tierra, en sus planes de mayor concentración y extranjerización de los recursos. El disfrazado optó por una forma original de decir lo que otros con términos violentos en las redes.
Tal vez la mejor lección de esta breve polémica la escribió la misma adolescente que la comenzó, en su descargo y pedido de disculpas: "Las redes sociales no son un juego". En buena hora sean estas palabras el inicio de una discusión que, en algún momento, le den un marco ético a todo lo que se publica. Los comentarios de la nota sobre el twitt y el disfraz en el muro de Facebook de UNO revelan que, lejos de un juego, las redes sociales parecen más una carnicería donde algunos vomitan su resentimiento (esos que Umberto Eco llamó "legiones de idiotas"), otros reaccionan con la bronca que les produce leerlos, y pocos argumentan y respetan.