Los índices de desempleo difundidos por el nuevo Indec resultan más cercanos a la realidad que aquellas cifras que se divulgaban cuando el organismo era manejado por el anterior gobierno, pero más cercanos no implica que sean reales. La afirmación de que la cantidad de paranaenses sin empleo sean 4.000 y unos 8.000 los subocupados, no resiste ni un vistazo por los barrios o por los contenedores de basura en las noches.
Para Macri, la canción de Gilda podría ser otra
27 de agosto 2016 · 08:29hs
Más cruda fue la cifra del Barómetro Social de la Iglesia, resultado del informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA), que sostiene que tres de cada 10 argentinos son pobres, y entre estos hay 1 millón y medio que hace unos meses no lo eran. Otro dato del Indec refleja el panorama: hubo un incremento en la tasa de participación laboral, que pasó de un 44,5% de la población total en el segundo trimestre de 2015 al 46% en idéntico período de 2016. Por esto se infiere que hay más personas que salen a buscar trabajo, que podría ser el primero en el caso de un desocupado, o el segundo para el trabajador cuyo salario no le alcanza. Y a estas cifras habría que sumarles aquellas que no se miden por su misma informalidad: la caída a pique de las changas en los barrios, producto del recorte de los gastos en los hogares que antes podían ayudar con trabajitos a otros, así como los empleos en negro que había en la construcción.
El argumento del gobierno nacional acerca del sinceramiento de la economía (del cual mostró su acuerdo el gobierno provincial en el caso de las tarifas) pudo al principio engañar un poco a algunos, pero ya no resiste análisis alguno, al menos desde el punto de vista humano. Incluso algunos voceros periodísticos del macrismo afirmaban que la gente prefería estar peor porque había que pagar la fiesta K. Aunque los invitados hayan sido otros y muy pocos. Lo que se logró tener en un período de crecimiento de la economía fenomenal, ahora tenemos que devolverlo y con culpa. Lo llamativo es que los ganadores durante los 12 años anteriores fueron sectores concentrados de la producción y la especulación, y cercanos al poder, a quienes el gobierno actual tiene también de amigos. Por ellos debería haber empezado el sinceramiento, con lo que habría sobrado para que las cifras del Indec y la UCA sean más auspiciosas.
A la desesperante situación de la falta de trabajo o que la plata no alcance para vivir, se le suma la amargura política: es el ajuste macrista o el robo kirchnerista. Y de cada sector se dan argumentos uno al otro, Aranguren a los referentes del anterior gobierno, José López al actual, y así. “No puede ser que no aparezca uno como la gente”, me dijo el carnicero. Es que ni nos enteramos y en las elecciones nos dejaron con dos opciones casi idénticas. Ahora, Macri deberá responder a los reclamos de los sectores sociales, gremiales y religiosos que se hicieron oír el día de San Cayetano, o pasará del No me arrepiento de este amor de Gilda en sus actos al Fuiste, de la misma ídola cumbiera.