Una semana más esperaremos para ver rodar la número cinco sobre los céspedes de nuestras canchas, en el fútbol de Primera, el otrora rico, soberbio y capitalino.
Hechos pelota
Por Gerardo Iglesias
5 de marzo 2017 · 09:28hs
El nuestro, el chacarero, el de nuestro vecino que se calza la camiseta luego de laburar, el que transmiten con pasión nuestros amigos, llevando sus equipos a cada cancha, ese, sigue su juego y no paró.
El grande, el que alimenta a todos, sí.
A los grandes medios, a la TV, a nosotros, a los periodistas estrellas, que detrás de un escritorio de estudio de TV, ordenan y critican, a fin que todo se mantenga y el circo siga girando.
La semana que pasó, Marchi padeció lo mismo que Baradel, salvando las distancias.
Atacado desde todos los frentes por defender a sus agremiados, a sus jugadores. Lo defenestraron desde todos los programas de TV capitalinos, con sus periodistas estrellas a la cabeza.
Ningún a punto a la dirigencia de los clubes, a los responsables de firmar contratos que luego no pueden pagar. La culpa es de Marchi, a pesar de tener la palabra de los propios jugadores, que dejaron en claro que la decisión fue de ellos.
El gobierno nacional, en otra de sus medidas populares, tomadas para felicidad de su pueblo, pagó los 400 millones para que Fútbol Para Todos deje de serlo. Ahora paguemos para ver. Lo que el Gobierno popular dice que no es negocio lleva a grandes cadenas a ofrecer millonadas de pesos para hacerlo. Dislates de nuestro fútbol, de nuestros dirigentes y de este Gobierno, tan popular y querido.
Volviendo al paro de jugadores, la situación es crítica. Los clubes deben acomodarse, reclamar parte del gran negocio que mueve el fútbol, del que reciben poco y, mucho menos, los jugadores. Buscar variantes, reacomodar las fichas, ofrecer más seguridad en las canchas, más juego bonito y menos histeria. Y sumar al Gobierno. No a este claro está, pero comenzar a sumar a las autoridades para trabar en conjunto.
Y en medio, los jugadores. La única razón de ser de todo esto, pero que son los más desprotegidos, los menos escuchados. Ellos quedaron expuestos esta semana, junto a Marchi, por reclamar lo que les corresponde. Pero ese reclamo, este paro, ojalá sirva para reacomodar todo, que ellos sean los principales ganadores de esta pelea. Porque además, para más molestia y enojo de los mascarones de proa porteños, mostraron su solidaridad con los docentes y su lucha por salarios dignos.
Dos reclamos que cruzaron la sociedad entera durante la semana, desnudando lo poco popular de un Gobierno que reafirma su clase que, precisamente, no es la nuestra.