La espantosa muerte de Micaela García golpeó fuerte a Gualeguay. Las heridas están abiertas y las secuelas parecen ser irreparables. Se puede advertir con recorrer las calles, hablar con familiares, amigos y vecinos. Después de haberse involucrado durante una semana en su búsqueda con expectativas de encontrarla, en principio incrédulos de que fuera posible, y luego impotentes y sorprendidos de saber lo que pasó, los gualeyos están dolidos.
Gualeguay, una ciudad golpeada por el dolor
18 de abril 2017 · 07:30hs
El lugar donde se la vio por última vez, la esquina de la "Técnica" donde presuntamente la subieron al auto y el infierno que pudo haber vivido, son momentos que se repiten sin ahondar en detalles vaya a saber si por respeto o por el solo hecho de no querer imaginar el dolor. Cada punto de referencia por donde pasó o pudo haber caminado esa madrugada del sábado parece quedar marcado para siempre. Porque en Gualeguay, como en otras ciudades pequeñas, casi que no nombramos las calles para ubicarnos sino los puntos de referencia. De la casa de algún apellido "ilustre", a la vuelta; del banco tal, enfrente; de la plaza, a dos cuadras, y así.
Micaela, la joven de Concepción del Uruguay, "pateaba" las calles de Gualeguay a diario. Una ciudad que si bien ha crecido en los últimos años, conserva la costumbre de caminar o andar en bici y sus cuadras de 70 metros hacen el recorrido más ameno y menos cansador. Por eso es común que la gente se vea. Que se reconozca, aunque no sepa los nombres. A Micaela la vieron o alguien les dijo, tal vez, "era la chica que pasaba todas las tardes para el centro de Educación Física o la Facultad o iba a Sportiva o a Central".
Más aún por su activa participación en la militancia, recorrió barrios y reuniones a diario. Alguien siempre tiene un mínimo registro. Es como si les arrebataron un pedazo de sus vidas por eso a nadie le resulta indiferente. El sábado un amigo me dijo: "no sabés lo que fue el domingo pasado, a las siete de la tarde no andaba nadie". Se percibía la tristeza, un duelo de 50.000 habitantes.
Para Gualeguay habrá un antes y un después de Micaela. Esa estudiante que volvía a su casa una madrugada caminando, como hicimos siempre en la ciudad y como debería seguir pasando, y le quitaron la vida. Porque nadie tiene derecho a cuestionar o a cambiar las costumbres de una sociedad desde la violencia. Las heridas no van cicatrizar de un día para el otro. Ojalá sean el motor para movilizarse, exigir justicia y el derecho a volver a "patear" las calles libremente a cualquier hora y en cualquier lugar. Basta de femicidios, basta de violencia y que no te gane el miedo Gualeguay.