Una de las primeras pintadas políticas que recuerdo haber visto con la mirada ingenua y a la vez interesada de un adolescente, allá por el 85, era pidiendo el voto a favor de los candidatos a diputados nacionales de la UCR. "Capacidad, honestidad y coraje", decía el cartel que con enorme dedicación habían pintado unos militantes boinas blancas en un paredón de calle Casiano Calderón. Abajo, más chiquito, estaba el nombre de los tres primeros candidatos Rodolfo Parente, Néstor Golpe y Juan Elizalde. No conocía a ninguno, pero los imaginaba serios, sabios y con un gran compromiso de servicio. Y al lado de las palabras estaba, grande, bien grande, el escudo partidario.
Campaña
24 de julio 2017 · 08:32hs
Ganaron la elección, pero eso es anecdótico. En esa época los que teníamos algún interés por la política escuchábamos a los mayores decir que la democracia argentina era adolescente y que con los años iría mejorando.
Pocos años después pasábamos a diario por esa esquina con mi vieja -radical de toda la vida- cuando íbamos de madrugada, antes de ir a la escuela, a un local del PJ donde vendían a muy bajo costo hasta tres litros de leche por persona. Era imposible comprarla en el súper por la hiperinflación, y de no haber sido por esa gente muchos no hubiéramos tomado leche. Yo miraba con admiración a esos militantes peronistas que ayudaban a sus vecinos, a pesar de que me dolía la debacle del gobierno de Alfonsín. El alfonsinismo de los primeros años, los del ministro Bernardo Grinspun, nos había ilusionado a muchos.
Eran tiempos de asombrarse a menudo, la democracia iba creciendo y pensábamos que con los años se profundizarían las virtudes y se atenuarían los errores. Lamentablemente la mirada asombrada se pierde con los años, aunque la ingenuidad puede permanecer.
Hoy comienza la campaña electoral en los medios de comunicación electrónicos. Durante unos pocos días (de acuerdo a la legislación vigente) el trabajo de los creativos será tocar esa fibra íntima, escondida, que nos movilice al cuarto oscuro el 13 de agosto. No importa si se trata de un gusto estético, de empatía con el candidato, conveniencia, moda, temor... el abanico es tan amplio que hasta se podría votar por una motivación ideológica.
Ayer leía que el campeón invicto de las campañas electorales aconseja a los candidatos de Cambiemos, además de no mencionar los temas económicos, que deben lograr que sus electores los quieran, aunque no los entiendan, porque "que los comprendan no es lo central".
Lo primero que pensé es que no todos los que no entiendan terminarán votando a Cambiemos. Yo no lo entiendo, y no estoy pensando en votarlos. Al menos con semejante argumento.
¿Cómo podría votar a alguien a quien no comprendo? O no importa que no lo entienda porque lo que dice en realidad no es importante, o no es verdad. ¿Cómo puedo querer a un candidato que no entiendo, y que él cree, y me lo dice, que no es importante que yo no lo entienda?
¿Mi voto no vale ni siquiera el esfuerzo de armar una estrategia mentirosa del tipo "estamos mal pero vamos bien" ...? ¿O se trata de un reflejo condicionado?
La capacidad para gobernar en función de los intereses de la mayoría, la honestidad para manejar la cosa pública de manera decente y el coraje para no dejarse apretar por los poderes fácticos quedaron en los 80. Sinceramente, no era esa la forma en que yo creía que la democracia iba a ir madurando. Sí, debo reconocer, que de a ratos recupero el asombro de aquellos años.