No es un secreto que las aplicaciones, las noticias online y sobre todo las plataformas de interacción social, se han vuelto nuestras compañeras fieles. Sin importar la edad, el sexo ni la profesión, el celular nos despierta, nos mantiene "al tanto" de todo a lo largo del día y se va a dormir en la misma cama o un poco más lejos, en nuestra mesa de luz. A pesar de ser algo muy cotidiano y que todos asumen, hay un par de interrogantes que estaríamos ignorando. Ese aparato que tantas facilidades ha traído a nuestras vidas ¿nos está haciendo bien o, por el contrario, se ha vuelto tan adictivo que está terminando con nuestras relaciones más preciadas?
Adicción imparable
Por Lucía Romani
29 de abril 2017 · 09:13hs
Cada día se multiplica el número de usuarios compartiendo contenidos a través de plataformas como Facebook, WhatsApp o Instagram, aprovechando las ventajas de las redes, y eso es muy positivo porque sirve para acercarnos con aquellos que están lejos, o con esos amigos que dejamos de frecuentar hace años. El punto es que esta tendencia parece haberse dado vuelta y en la actualidad, más que acortar las distancias, el celular nos está alejando del entorno más íntimo. ¿Quién no escuchó alguna vez: "Por culpa de WhatsApp y Facebook terminé mi relación"? Los reclamos se multiplican de acuerdo a la última hora de conexión, un estado y los celos por las personas con las que interactuamos. Esta escena resulta cotidiana en la mayoría de las parejas que viven a través de las redes sociales. Hace algunos años, era súper alocado pensar que el teléfono podría generar una dependencia como esta de la que hoy somos víctimas y que, al igual que otras adicciones como la que se tiene por la droga, el cigarrillo o el alcohol, esta también es un negocio y cuantos más seguidores, más Me Gusta, más compartidos y más llegada tenemos se vuelve más interesante. Una prueba de esto son las nuevas "Historias" que se mantienen en la nube solo por 24 horas, lo que incrementa la desesperación por cargar contenidos e indagar en los del otro.
"¿Cómo que se te apagó el celular?" "¿Cómo que te quedaste sin internet?" son preguntas tan cotidianas que al leerlas todas juntas dan miedo, sin embargo nos hemos acostumbrado a eso, y aquel que no está en la redes es un aburrido, o no tiene nada para contar, o es anticuado y no se adapta a lo nuevo. Los especialistas indican que las neuronas se estimulan y la dopamina se libera al interactuar con el Smartphone, y que con el correr del tiempo esto nos hace desear una respuesta rápida para obtener satisfacción inmediata, lo que ha contribuido a tener lapsos de atención más cortos y a aburrirse de forma rápida. En un estudio de la Universidad Estatal de Nueva York, en el que los investigadores vieron que el uso constante de estos dispositivos provoca una sensación de recompensa muy similar a la que sucede con las drogas, de unas 182 personas encuestadas: el 7% se identificó como adicto y el 12% como fanático. Lo que sí reconocieron todos por igual es que tienen problemas personales, sociales y laborales debido a su necesidad de estar pendientes del teléfono.
Solo por medio de un trabajo de introspección personal, podremos darnos cuenta si ese aparatito es más fuerte que nuestra mente o no. Si nos pone de los pelos que se nos apague, nos quedamos sin batería o señal y esto nos provoca mucha tensión, si nos aislamos del mundo por estar conectados y no podemos dejar de chequearlo cada cinco segundos, entonces hay que tratarlo de manera urgente. Saber poner un freno a tiempo nos puede salvar, nada va a dejar de funcionar porque no estemos todo el día metidos en una fantasía.