Mañana, Cine Club Musidora presenta el filme La flor del mal (2003), del francés Claude Chabrol. La cita, como siempre, comienza a las 20.30 en el Casal de Catalunya de Paraná (Nogoyá123).
Un filme sobre crimen, incesto y ambiciones
30 de mayo 2017 · 11:06hs
Cuando Anna decide postularse para intendente, tres generaciones de una acaudalada familia se ven atrapadas en un fuego cruzado, gracias a un panfleto político que revive el recuerdo de un asesinato. Claude Chabrol brinda uno de sus mejores y más sarcásticos retratos de las oscuros secretos de la burguesía francesa.
En el caso de La flor del mal, el film filosofa sobre el carácter inexorable del destino. Parte de la idea de un pecado original que predetermina la historia, que no es otra cosa que el eterno retorno de ciertas conductas que marcan la clase: en este caso, el incesto, la ambición y el crimen intrafamiliar. Ninguno de ellos es un detalle menor, todo lo contrario, parecen constituir ya mandatos familiares de la burguesía.
La historia bucea entre las tribulaciones de la familia Charpin-Vasseur y los conflictos que la atraviesan por generaciones. Durante la guerra, el patriarca había sido colaboracionista nazi y había delatado a su propio hijo, miembro de la Resistencia; el viejo murió asesinado por manos desconocidas, tal vez las de su hija Micheline; su nieta es hoy una política local que se postula para la intendencia de su ciudad en la provincia de Bordeaux; su primer marido murió en un accidente con su cuñada y amante, tras lo cual los cónyuges sobrevivientes se casaron entre sí; pero la endogamia se complejiza más aun: sus respectivos hijos ya no se resisten a la atracción mutua que sienten desde niños.
Si la tía Micheline, encantadora y dulce matriarca poco convencional, responde con toda naturalidad a la constitución de la nueva pareja, es tal vez porque la misma no hace más que actualizar su propio vínculo secreto con su hermano. Y si el pasado esconde un crimen siniestro e impune, sabemos que en algún momento también esa figura del karma familiar habrá de repetirse. Todos están presos de ese destino, como sugiere un bellísimo plano, dentro de la elegante jaula familiar, que lo contiene todo: los orígenes, la vida, la pasión y la muerte.
La puesta en escena resulta de una extrema sutileza: la ambientación de la casona familiar, donde cada detalle de elegancia está estéticamente precisado, contrasta con el mundo moderno exterior, con esas casas de departamentos desagradables, de gente inferior, cuyos votos Anne decide conquistar.