En el transcurso del verano muchas familias tienen la oportunidad de disfrutar de unos días de vacaciones que incluyen actividades al aire libre, yendo a la playa o a la pileta.
Sin embargo, pasar un tiempo fuera del hogar y cambiar la rutina no siempre es saludable, sobre todo cuando hay chicos y no se consideran una serie de precauciones.
Los niños conforman la franja etaria más vulnerable frente a las enfermedades estacionales. Junto con los adultos mayores, están más expuestos a determinadas dolencias. Por eso, los especialistas recomiendan tomar una serie de medidas, sobre todo para evitar que se resienta la salud de un familiar cuando se modifican ciertos hábitos cotidianos.
En este marco, las enfermedades más frecuentes en la temporada estival son los cuadros de gastroenteritis, afecciones en la piel y las otitis.
Además, las altas temperaturas que suelen registrarse en esta época traen aparejado el riesgo de un golpe de calor, que se caracteriza por una temperatura corporal más elevada, sin una causa aparente. Generalmente se considera este cuadro cuando se advierte que la persona tiene más de 39°. Se nota la piel más caliente y se ve enrojecida, y puede estar más seca o más húmeda de lo habitual; y el pulso es rápido y fuerte.
Para prevenir esta situación y evitar consecuencias más severas, los profesionales de la salud indican como primera medida no exponer a los chicos al sol. En este sentido, desde la Guardia del hospital materno infantil San Roque, el médico pediatra Hugo Vainstein aconsejó: “Para que los chicos no se enfermen en esta época, hay que tomar recaudos, fundamentalmente con el sol. Los menores de un año no deben exponerse al sol de manera directa, ya que es muy peligroso y por eso lo prohibimos. En tanto, cuando los niños de más edad permanezcan al aire libre, hay que ponerles ropas de colores claros, y acostumbrarlos a usar gorras y protector solar con un factor de protección mínimo de 50”.
La hidratación es otro de los aspectos que se recomienda tener en cuenta durante los días más calurosos. En este sentido, según indicó Vainstein, hay que evitar que los chicos ingieran jugos, gaseosas o bebidas azucaradas. “Lo más conveniente es que beban agua, mineral o de red, pero en este úlitmo caso debe ser hervida”, indicó.
Asimismo, señaló que hay que priorizar la lactancia materna en los bebés, que trasmite los anticuerpos necesarios.
Con respecto a la alimentación de los chicos, aconsejó: “Hay que respetar los horarios de las comidas y cuando se viaja obviar cambios en la dieta. Los niños deben consumir en vacaciones los mismos alimentos que comen siempre”.
Otro dato a tener en cuenta es la conservación de los comestibles, sobre todo de los que deben conservar la cadena de frío, ya que en caso contrario se descomponen fácilmente y se reproducen las bacterias o gérmenes que causan gastroenteritis. Una de las consecuencias de esta situación son las diarreas, que suelen generar deshidratación.
Por último, para no sufrir alguna afección debido a los cambios bruscos de temperatura, que son habituales en la temporada estival, el profesional sugirió que el aire acondicionado sea usado en 24º.
En vacaciones es clave prevenir las enfermedades estacionales
Precauciones con los mayores
En el verano las personas mayores también requieren una serie de cuidados especiales, ya que sus reservas de defensas se ven disminuidas.
En este sentido, hay que revisar que estén bien hidratados y para eso cerciorarse de que beban por lo menos dos litros de agua por día. En lo posible, deben evitar la ingesta de comida caliente, sino más bien frescas naturales, en base a frutas y verduras.
Tienen que permanecer en lugares frescos y ventilados y usar ropa liviana.
Sus familiares deben tener presente que tienen que ir a la consulta periódica con su médico de cabecera, para revisar la medicación que están tomando, ya que a veces hay que ajustar las dosis.
Evitar una exposición excesiva al sol ayuda a proteger la vista
Durante la temporada estival, donde los radiación ultravioleta tiene mayor incidencia, proteger los ojos se torna fundamental, sobre todo cuando se pasan muchas horas al aire libre. “Esta mayor exposición al sol puede ser muy dañina. En la superficie ocular se pueden producir irritaciones y laceraciones de la lágrima. Además, el sol puede generar enfermedades de la vista como pterigión, que es una enfermedad de la conjuntiva; cataratas; maculopatía, pinguécula; entre otras”, señaló a UNO el oftalmólogo Lucas Altavista.
En cuanto a la prevención, hizo hincapié en el uso de gafas, tanto en adultos como en niños, y aclaró que se deben adquirir en una óptica donde se garantice una buena calidad del producto, que además debe contener filtro UV 100%.
Otra recomendación que hizo fue que el marco sea envolvente o lo más anatómico posible, para evitar el ingreso de los rayos ultravioletas por los costados de los lentes. “A veces se eligen los anteojos más coquetos porque se los toma más como un accesorio que como un elemento de protección. Sin embargo, hay que recordar que los anteojos de sol deben cumplir esta función de cuidar la vista”, indicó.
En referencia a la piletas, manifestó que el mayor inconveniente que se presenta es el contacto con el cloro, que es un agente irritativo directo. “Puede generar una conjuntivitis química, que a veces se agrava por el sol. Por otra lado están las conjuntivitis infecciosas, cuyo contagio también se puede dar en una piscina, compartiendo toallas o a través de otro tipo de contactos”, explicó Altavista, quien sugirió el uso de antiparras y atender los horarios y el tiempo que se pasa en la pileta.