“Venimos demográficamente con una población que disminuye”, dijo la investigadora y educadora Graciela Mingo de Bevilacqua. Planificación, cambios culturales, ritmos de vida, modos y condiciones de trabajo, posibilidades, distancias, longevidad y extensión de la adolescencia entre otros factores, son aspectos que hicieron a una baja en la tasa de fecundidad y hay estudios que así lo confirmaron. En síntesis: nacen menos bebes y hay muchos más ancianos.
Cayó la tasa en la Argentina en los últimos años y el riesgo es el envejecimiento poblacional, un fenómeno que ya preocupa a las autoridades de los países europeos y que ahora, en América Latina, comienza a debatirse.
Un informe elaborado por el Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), basado en datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), analizó la realidad del país. Según el trabajo dado a conocer, el número de hijos por mujer a nivel mundial se redujo de 5,02 a 2,55, en promedio, en los últimos 60 años; da cuenta de la tendencia y el hecho, en Argentina, se agudizó.
Según las proyecciones del Indec, el promedio en el país en 2015 es de 2,11 hijos, contra 2,45 en 2001. La tasa global de fecundidad es el número de hijos que en promedio tendría una mujer durante su vida fértil.
La preocupación es que 2,1, es la cifra que representa el límite del reemplazo–para ser más gráfico y si los hijos fueran objetos, sería la tasa de reposición mínima–, que una sociedad necesita para mantener su nivel demográfico en igualdad o crecimiento.
De todas las zonas del país, hay cinco que tienen un promedio por debajo de esa cantidad: Ciudad Autónoma de Buenos Aires (1,57), la provincia de Buenos Aires que concentra la mayor población del país (1,97), Córdoba (1,80) y Santa Fe (1,90) y La Pampa (2,07). En Entre Ríos, las estimaciones del Indec demuestran también una disminución: en 2001 era de 2,70 y en 2015: 2,30.
Frente a esta situación UNO consultó con Graciela Mingo que es licenciada en Ciencias Políticas, tiene una maestría en Metodología de la Investigación, estuvo al frente de Estadísticas y Censos de la provincia durante 10 años desde 1990 y luego desde 2003 hasta 2007, cuando se dedicó a la docencia en la Universidad Nacional de Entre Ríos (Uader). “Este proceso de pirámide de población envejecida aparece en el siglo XXI”, sostuvo. Hasta 1991, explicó, fue el momento de crecimiento y Entre Ríos superó el millón de habitantes, dato que entonces fue significativo. “En 2001 hubo una posibilidad de crecimiento de la población, pero ya en 2010 se comenzó a notar que era todo mucho más lento con tasas inferiores hasta comparadas con Corrientes. Algo había cambiado. Algunos los adjudicaban a la crisis otros a la fecundidad, hubo quienes apuntaron a la falta de aportes migratorios. Es decir, ya entrado el siglo XXI la pirámide de población en Argentina va más al envejecimiento”.
Pueblos longevos
Especialistas coincidieron en que la caída en el número de nacimientos es más notorio o pronunciado con el paso de los años. Argentina se ubica junto a Uruguay y Chile entre los países con más baja natalidad de Latinoamérica.
Según el informe de la UADE, el problema poblacional saca a la luz otros subyacentes como la llamada “doble insatisfacción” en cuanto a que las mujeres de menores recursos tienen más hijos y las de mayores posibilidades económicas, menos. Afirmaron incluso que la maternidad tardía lleva a la mujer a una doble carga: la de cuidar a sus hijos pequeños y a sus padres ancianos.
Para quienes analizan el aspecto económico, de continuar esta tendencia, en el mercado de trabajo habrá una nueva composición del capital humano y esto hasta podría modificar la productividad.
Graciela Mingo tiene una explicación y habló de ejemplos concretos que demuestran cambios en la manera en que se desarrolla la sociedad en la actualidad. “Hay un problema en esto. Es cultural, con cambios en la estructura de la vida familiar. La mujer sale a trabajar y hay una inversión –por explicarlo de alguna forma– al momento de pensar en un hijo para una familia, un matrimonio o una pareja”, sostuvo.
Por otro lado, explicó que muchas relaciones, por la manera en que se dan en la actualidad, no son tan estables y presentan rupturas previas. “Esto tiene su influencia o es un indicador que también se tiene en cuenta al momento de decidir tener un hijo. Además, las parejas de hoy, si van a tener un solo niño o dos, lo tienen que pensar; hablamos siempre desde lo cultural. Si habrá un espacio de tiempo entre hijo e hijo, esto también lleva a plantear cómo estructurar la vida”.
La baja en la tasa de fecundidad es un problema porque no es que se achica la pirámide o la capacidad de reproducción, sino que la población económicamente activa es la que disminuye o se restringe. “Tampoco es que se achica la población en función del pasado, lo que no hay es un crecimiento. Entonces, cuando se mira en proyección, se ven las dificultades que habrá en el futuro. Existe una dinámica migratoria y procesos sociales en donde estamos insertos y eso incide en las decisiones de las parejas. Además la mujer, sobre todo de los sectores medios, aquella que trabaja, ha pospuesto la natalidad de los hijos. Antes pensaba tenerlos a los 20 y hoy aparece a los 30, a los 32 años. Si se pudiera ver localizado por grupos sociales, creo que sería diferente en clases más humildes donde la reproducción es más temprana”.
Dinámica de la vida cotidiana
Junto a los estilos y ritmos de vida, la longevidad también se prolongó con una adolescencia más larga y en la explicación de Graciela Mingo, las parejas empiezan a independizarse cuando están mejor económicamente. “En el mercado laboral no todos están en blanco y en los jóvenes la informalidad sigue siendo alta y lleva a que, precisamente, la pareja priorice estabilidad, la vivienda, el empleo antes de tener el hijo”, y añadió que en algunos sectores, prolongar sus estudios universitarios, es otro de los factores.
Estados en alerta debieron tomar medidas
América Latina se perfila hacia un envejecimiento de la población, vaticinaron los análisis realizados, aunque aún está lejos de alcanzar a otras regiones donde la baja de la natalidad ya es un problema asumido por los Estados.
Datos generales sobre Europa, por ejemplo, sostienen que las personas mayores de 65 años representan el 16% de la población y superan en cantidad a los menores de 15 con un 15%. En España, el promedio de natalidad es de 1,32; en Alemania, 1,38 y en Italia, 1,43.
Los gobiernos en ese continente debieron empezar a tomar medidas con el objetivo de incentivar los nacimientos con planes de ayudas económicas. Asimismo, hay quienes sostienen que el problema no llegó a situaciones dramáticas desde el punto de vista demográfico porque se equilibró gracias a las corrientes de inmigrantes, como Alemania.
El factor del envejecimiento de la población podrá acarrear problemas impensados y diversos. El riesgo de ver incrementada la población pasiva respecto a la activa, obliga a los Estados a mejorar el sostenimiento del sistema previsional, de demandas de salud y del cuidado de esa misma población envejecida. Incluso hay medidas como la aplicación de guarderías de calidad en los trabajos, como uno de los incentivos para solucionar el problema.
En los últimos días se conoció la noticia de que China puso fin a más de 30 años de su política de del hijo único, al anunciar que todas las parejas de ese país podrán tener hasta dos niños.
El ritmo de vida hizo una sociedad cada vez más vieja en Entre Ríos
Estudios advirtieron sobre la disminución en las tasas de fecundidad del país. Se trata de un fenómeno que apareció en el siglo XXI
31 de octubre 2015 · 08:24hs