Recién el viernes, tres días después del sismo de magnitud 7,1 que azotó a la Ciudad de México, Berenici Galizzi pudo retornar al departamento donde vive y de donde tuvo que irse tras la violenta sacudida de la Tierra por riesgo de derrumbe y por las pérdidas de gas que hubo en la zona el martes. Al ingresar lloró desconsolada, con la angustia quebrándole la voz y estrujándole el alma.
Tras el terremoto, paranaenses en México contaron su vivencia
Eligieron irse al país azteca para crecer en su profesión. El martes experimentaron la sensación de la Tierra moviéndose a sus pies
24 de septiembre 2017 · 08:51hs
Llegó tiempo atrás dejando Paraná, su ciudad natal, para forjar una carrera como cantante en un país lleno de promesas y posibilidades laborales. Antes vivió en otras localidades de la nación azteca y se mudó a la capital repleta de sueños, sorteando las diferencias culturales, las distancias, la polución que amenazó largo tiempo su salud en una metrópoli con un alto grado de contaminación ambiental y el machismo imperante que obliga a las mujeres a viajar en un vagón exclusivo en el subte para sentirse a salvo, entre otras situaciones. Como contracara, contó a UNO que "México a la vez es un lugar maravilloso", donde el Caribe está cerca y tomarse un avión para disfrutar de playas paradisíacas es accesible, y donde hay grandes oportunidades para desarrollarse como artista y crecer profesionalmente.
Sin embargo, ahora repiensa si es donde quiere quedarse, mientras valora sus afectos, la ayuda y el apoyo de su familia, la de sus amigos entrerrianos y también la de los mexicanos y los extranjeros con los que comparte el territorio y le tendieron una mano después de la catástrofe que ya se cobró al menos 305 vidas, entre ellas las de numerosos niños. "Tuve que evacuar mi casa y estuve en shock el día del terremoto. Mi familia y mis amigos estuvieron muy preocupados. No es un momento para tomar decisiones, pero estoy viendo si es el lugar donde quiero residir. Tengo mucho trabajo acá, pero México es una zona de riesgo de catástrofe", expresó.
Berenice recordó que el martes hubo una alerta sísmica, pero respondía a un simulacro que se efectuó a las 11, en el marco del 32° aniversario del terremoto que devastó al país en 1985, en el que hubo alrededor de 20.000 muertos. "Iba por la calle a esa hora y estábamos informados de que habría un simulacro. Llegué, me acosté un rato y entonces sentí que todo empezó a temblar, que mi cama comenzó a moverse bruscamente. Me levanté rapidísimo y busqué al chico con el que comparto el alquiler, que es de Chile y está más acostumbrado a los temblores; lo tomó con más calma primero, pero después vio que no paraba de moverse todo", contó, y narró con angustia: "En ese momento te cambia la cabeza, no te importa nada, excepto cómo podés salvarte. Pensé en mi familia, en que me iba a morir, porque se movía muchísimo la Tierra y el edificio es viejo. En un minuto me pasaron muchísimas cosas por la cabeza".
Luego de atravesar el momento más angustiante de su vida, en el que todo en su hogar se iba cayendo, incluso sus habitantes, sostuvo: "No puedo creer que mi casa esté bien cuando estuvo como en el aire, sacudiéndose todo el tiempo, hasta que bajó y paró de temblar. Nosotros no nos podíamos mantener parados, y se rompieron los ventanales del edificio, construido en 1965".
Cuando todo se calmó salieron a la calle, pero había una alerta por un fuerte olor a gas que los obligó a evacuar el lugar. Para ese entonces ya se habían derrumbado edificios, escuelas, y tantos sitios que sepultaron gente al rasgarse el suelo. Ya las líneas de teléfono estaban colapsadas, la luz cortada, había vecinos desmayados y las sirenas sonaban incesantes. Un amigo los buscó en moto para llevarlos a su casa, en una zona que no fue afectada por el terremoto. "Busqué el pasaporte, dinero y a mi gata. Hay gente que salió a ayudar y otra que estaba en pánico, sobre todo las personas mayores que habían pasado el terremoto de 1985", rememoró Berenice, y agregó: "Son días en los que no dormimos bien. Hay zonas de la ciudad que están paradas, hay riesgo de derrumbes, hay gente sepultada en los escombros. Hay edificios en serio peligro y cuando hay algún rescate nadie aplaude, para que no se caigan producto de alguna vibración".
En este contexto, reflexionó: "Después de una experiencia así te cambia la perspectiva de la vida. Nos tenemos que cuidar unos a los otros, ser más conscientes de lo que está pasando con nuestro mundo, al que hay que cuidar. Hay que aprovechar el día a día, querernos, no estar enojados, amar a nuestros amigos, a nuestra familia, y aprovechar las cosas buenas y bonitas, porque la vida es un instante". Por último, manifestó: "Hay miles de personas damnificadas, que perdieron todo. A la vez hay mucha solidaridad y quiero agradecer a la gente de mi Paraná querida que me envió mensajes, a mi familia, y a todos mis amigos mexicanos y extranjeros, que cuando tuve que evacuar mi edificio me ofrecieron su hospitalidad en su casa".
Mantener la calma
Fabricio Godoy también es de Paraná y desde hace cuatro años vive en Ciudad de México. Trabaja como maestro de Inglés y llegó allá invitado por una amiga que se había ido antes. A pesar de que reside hace bastante en el lugar y se fue habituando a convivir con los movimientos telúricos de la zona, consciente del riesgo permanente al que está expuesto, el martes a las 13.14 sintió miedo. "Me levanté temprano ese día. Tenía que ir a una reunión de trabajo a Televisa, el canal mexicano. Llegamos a las 11, hora en que se hacía el simulacro. Cuando volví a mi casa hacía calor y mientras me estaba sacando la ropa para cambiarme empezó a sonar la alarma. Agarré una bata que desde el sismo anterior dejo a mano por si se presentan estas situaciones, el celular y la billetera y salí del edificio. Fue un miedo muy raro, nunca había sentido ese temor", confió a UNO.
Si bien comentó que estaba centrado en lo que hacía y se dispuso a seguir los protocolos de evacuación, que indican dirigirse hacia las zonas que están demarcadas en las calles porque representan espacios de menor riesgo, la magnitud del terremoto lo inquietaba. El joven vive en un cuarto piso y contó que cuando trataba de bajar por las escaleras, el movimiento telúrico arrojaba su cuerpo desde las barandas hacia la pared, y le provocaba caerse. Los gritos de la gente se mezclaban con los crujidos de las puertas y de todo el edificio, que afortunadamente no sufrió mayores daños. "Iba ayudando a mis vecinos. Había una señora tan asustada que no se podía mover y se había tirado al piso; sus perros también estaban asustados. Era un caos y una sensación extraña vivir todo eso", relató.
Cuando salieron, personal de la empresa de energía les pidió que se alejaran por el peligro que representaba que cayeran cables de alta tensión que pasan por ese sector. "Cada determinada cantidad de metros, Vialidad pinta unos cuadrados verdes adonde hay que dirigirse en estos casos. Se buscan esos puntos de reunión, que están donde hay casas que no tienen segundo piso, o con buenos cimientos, o donde no hay postes de luz que puedan caerse y dañar a las personas. Fui a ese sitio y me di cuenta de que era el único en bata de baño. Cuando pasó todo regresé e intenté dormir, pero fue imposible: durante 24 horas se sintieron movimientos y estaba alerta", explicó.
Fabricio afirmó que es optimista y piensa que nada le va a pasar. Se informa permanentemente a través de un sistema sísmico nacional y tiene conectada a su celular una alarma que indica cualquier temblor. En este marco, afirmó que México es el país con mayor cantidad de movimientos telúricos del mundo: "El año pasado se registraron 15.460 temblores", graficó.
"Cuando hay un movimiento lo primero que piden es que la gente cierre el gas, porque luego puede haber muchas explosiones; que apaguen velas, porque se caen y generan incendios. Hay una serie de medidas pensadas en el después de un temblor", expresó por último, y concluyó con énfasis: "Hay que estar alerta y no entrar en pánico. Es un problema geográfico que tiene este territorio, afectado por temblores y movimientos telúricos todo el tiempo".