Mauro Meyer / De la Redacción de UNO
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Hace pocos días los medios se hicieron eco de una historia de amor que tenía como protagonista a Gabriel Saavedra. Este muchacho, a través de un pasacalle, le pedía otra oportunidad a Mariela.
“Yo fui el de los pasacalles. Fueron diez, en dos días. No golpeé ni maltraté a Mariela. Simplemente dejó de quererme, y ya está en pareja con otro. Después de cinco años conmigo. Es para todos los que comentaban cualquiera. No le metí los cuernos. Como dice el pasacalle: Es el amor de mi vida. Y me hizo muy feliz. Y no me avergüenzo de decirlo. Ojalá sea muy, pero muy feliz !!!”
Estas fueron las declaraciones de Gabriel que se pudieron leer Facebook. Una historia romántica que lamentablemente para el hombre del pasacalle no terminó de la mejor manera. Ahora, no fue ningún pionero en la materia, porque a la hora de colgar carteles en las calles y plazas, los partidos políticos son los mejores, aunque para nada innovadores. Por eso es que lejos están de tener algo de amor o romanticismo, sino simplemente ensucian un espacio público, lejos de importarle cualquier cuestión estética.
En un año electoral hemos visto proliferar este tipo de propaganda política, aunque si la memoria no me falla pocas veces en semejante cantidad. Y según también recuerdo, este tipo de demostraciones está prohibido. Por lo menos así lo pude leer en una nota publicada por este medio el sábado 18 y que muy bien explicaba la infracción que cometen los partidos políticos.
La Ordenanza Nº 6.904 fue sancionada en 1986: “Prohíbese la fijación o colocación de anuncios publicitarios denominados afiches o similares, en: el frente de edificios o en muros o paredes de frente de inmuebles; en cualquier lugar o espacio del dominio público municipal o de la vía pública o en monumentos, estatuas, fuentes, columnas, refugios, postes, árboles, maceteros o cualquier otro elemento o cosa allí instalado, con la única excepción contemplada en el artículo siguiente”.
Entonces, ¿por qué no se respeta la ley? Quienes sí tuvieron que respetarla fueron las diferentes firmas comerciales de la zona céntrica de Paraná, cuando se les indicó quitar todo tipo de cartelería que obstaculice la visión y que se encuentre sobre las calles de la ciudad. ¿De eso no se acuerda nadie? Que la ley sea pareja para todos. Está claro que la Municipalidad de la capital provincial debería ordenar quitar los pasacalles por la sencilla razón de que van en contra de su propia ordenanza. Entonces, la intendenta Blanca Osuna deberá tomar cartas en el asunto para terminar con esta usurpación de los espacios públicos. Además, quitarlos formaría parte de la prevención para evitar cualquier tipo de accidentes. Con el paso del tiempo, los pasacalles se desprenden y así quedan a merced del viento, convirtiéndose así en un potencial peligro para algún peatón o motociclista. Hay casos donde hubo que lamentar víctimas por este tema.
Hay diferentes razones para seguir evitando este tipo de demostraciones y otra de ellas es que va en contra de lo que se dice una ciudad turística, limpia, que le muestra a sus visitantes diferentes opciones para disfrutar. Por si no lo saben, las plazas quedan con otro panorama al tener estos carteles colgados. No hay que ser muy inteligentes para darse cuenta. Ni Gabriel Saavedra ni Mariela son candidatos, aunque su historia es un poco más linda que la de varios políticos que utilizan los pasacalles sin amor.
Pasacalles sin amor
20 de abril 2015 · 06:00hs