Paula Eder / De la Redacción de UNO
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Recientemente, el escritor y filósofo italiano Umberto Eco volvió a disparar contra Internet y, en particular, contra las redes sociales. En una conferencia en la Universidad de Turín, Eco aseguró que herramientas como Twitter y Facebook “dan el derecho de hablar a legiones de imbéciles”, así también renegó de esas redes sociales, objetando que estas permiten que las opiniones de los “necios” se mezclen con “la de un premio Nobel”. La controversia se desató entre muchos que ven en esas declaraciones peligrosos rasgos de elitismo intelectual, ya que bajo la lógica planteada por el italiano, las únicas opiniones válidas son las de un grupo selecto y minoritario.
No es la primera vez que Eco demuestra no entender Internet, pero, ¿es posible entender esta época desconociendo el papel que juegan las tecnologías de la información? Internet significa la democratización en el acceso y la difusión del conocimiento y la información. La interactividad, como premisa, permite a cada usuario crear contenido, hacerlo circular o reproducir el existente. El espectador ya no se consume pasivamente lo que los medios masivos de comunicación ofrecen, porque internet da la posibilidad de poner en crisis,lo que en otros tiempos hubiera sido una verdad irrefutable.
En otras palabras, las redes sociales empoderan a los ciudadanos. El crítico literario Daniel Molina (@RayoVirtual) define a las redes sociales como el “cerebro colectivo de nuestra época” y como lugares de sociabilidad, pero también de desencuentro. Es donde “las ideas se entrecruzan y combaten”, asegura. Así, resulta lógico que encuentren resistencia en las esferas más altas del poder hegemónico, que parece enloquecer al no encontrar las herramientas para limitar su uso, su alcance y su impacto. Es tal la diversidad de voces de las redes sociales, que la comparación de Twitter con una barra de bar, no resulta errada ni antipática. Internet concentra miradas ácidas del mundo que jamás hubiésemos podido conocer, ya que pertenecen a cajeros de supermercado o a residentes de hospitales públicos. Pero también, la información contrastada y la opinión de los intelectuales, los debates sin intermediarios. Nadie queda afuera. Distinguir entre unos y otros, no es tarea difícil.
Si Eco habla de “invasión de imbéciles”, no hay que ir demasiado lejos para concluir que son los mismos “imbéciles” que hay en la sociedad. Una sociedad que todos y también el mismo Eco, como líder de opinión, hemos contribuido a construir.
Invasión de imbéciles
23 de junio 2015 · 06:05hs